jueves, 26 de noviembre de 2009

Y todavía se preguntan del porqué de la lucha.

A veces las piedras en el camino parece que se ponen en hilera, una tras otra, para que no puedas dejar de tropezar. Y no porque la lección no esté ya aprendida, sino porque es así, porque es necesario.



A veces parece que las malas rachas nunca acaban, que son eternas, que en realidad no son una racha. Pero también es así, también son necesarias.


Porque la vida es una lucha constante por superar todo eso. Por conseguir lo que anhelamos, aunque a veces parezca lejano e incluso imposible. Esa es la ilusión.


Todas luchamos por algo, por vivir, por sobrevivir, por amor, por libertad... y si no luchamos, no vivimos. Si no nos movemos con esa ilusión, es como si no respirásemos.

Y respirar no basta. Hay que estar viva, sentirse viva cada día y saber que hay algo por lo que hacerlo. Un algo que no hay que buscar muy lejos, simplemente escarbar un poquito en nosotras mismas. Rascas un poquito y ,voilá !ahí están! aparecen todos los motivos. Uno a uno, como las piedras con las que has tropezado. Porque lo que muchas no saben es que esas piedras se convierten en nosotras mismas, en nuestra inteligencia, en nuestra alegría, en nuestra simpatía, en nuestra belleza, en nuestro ser en definitiva.