martes, 16 de febrero de 2010

Pequeñeces


Dos días de relojes parados, de sentimientos feos, tristes, grises, oscuros...

Y un sentimiendo final precioso, el más bonito del mundo. Porque en menos de un metro es posible albergar la capacidad de borrar lo malo y conseguir que se olvide todo lo anterior. Sólo con una abrazo de unos bracitos pequeños y los corazones latiendo al compás.Y verlo dormir tranquilamente.

jueves, 11 de febrero de 2010

Éramos


Aquella chica que de repente se tuvo que hacer mayor guardaba en sus ojos la alegría y la ilusión de su edad, tan joven como nosotras y sin embargo con una vida tan distinta.
Entre la arena se habían perdido muchas cosas, como las de miles de chicas que crecieron un día mientras dejaban su tierra huyendo de las bombas de napalm y el fuego cruzado y que ahora formaban parte de todo aquello que durante años habían estado creando, recordando que su situación era algo temporal , aunque se prolongara por más de 35 años. Algo que habían creado ellas solas, cuando los hombre no existían, porque hubo un tiempo en que su poder era real, un tiempo en que nadie les hacia aprender el discurso oficial y en que su libertad valía lo mismo que valían ellas, mucho, muchísimo. Más que nada en el mundo. Más que todo en el mundo.

Porque estando con ellas el mundo era distinto, las preocupaciones de aquí no existían, las diferencias no eran y la felicidad lo inundaba todo. Tremenda mentira. Las diferencias existen y quien diga lo contrario…HIPÓCRITA.

Me dí cuenta un par de semanas después, cuando después de dos meses y después de preocuparme, como no, de mí y de mis cosas, pensé en lo que habíamos dejado allá. Pensé “algún día vendrán a Madrid y les enseñaremos los parques y la ciudad y porqué no los bares” y en ese mismo momento me dí cuenta de que eso no pasaría. Que nunca conseguirían el visado. Que no son hijas de ningún ministro. Que ya no tenían siete años. Que las estarían mareando para salir de la hammada durante años y años hasta que se aburrieran de solicitarlo. Que su papel estaba allá en la jaima, cuidando a sus hermanas, madres e hijas. Tenerlas en reserva por si los hombres volvían a las armas.

Esto no es ningún cuento bonito porque su realidad no lo es. Pero lo que sí es bello son ellas, lejos de aquello que nos separa, de las diferencias, de la cultura…todo eso es un invento. Lo que realmente importa son las personas. Y eso es lo que era con ellas. Una persona más de entre muchas, con sueños, ilusiones, tristezas y sentimientos, exactamente los mismos. Era yo reflejada en ellas. ¿O era ellas reflejadas en mí? Qué más da!


Éramos.

jueves, 28 de enero de 2010

.......Quiero ser Pepita Pulgarcitaaa.......


Estoy cansada de crecer. De tener responsabilidades. De ser adulta para muchas cosas (pero que para otras te sigan tratando como una niña)

Hacerse mayor es un timo. Un engaño ¿cuándo vamos a alzar las voces ante la gran mentira del mundo?

Vale, pasamos por lo de que los Reyes eran los padres, por lo de sentarse en la mesa de adultos bien erguidos, incluso por lo de aparentar ser seria con un traje ridículo para conseguir un trabajo
Pero no quiero que invadan mi inocencia, mi imaginación y mi espontaneidad.

Prometo que al próximo que me mire mal por ser pequeñita le hago un hechizo y lo convierto en cuervo

................Quiero ser Pepita Pulgarcitaaa...........................

jueves, 21 de enero de 2010

Guerra del Alma



¿Existirán las almas gemelas?

A veces nuestra alma gemela nos está buscando, pero otras veces...otras veces no. Otras veces simplemente tú lo sabes, él lo sabe, esa pequeña costura lo dice y recuerda.

Tal vez en otra vida. No hay prisa. Hay muchas vidas por delante.


[EDUARDO GALEANO - GUERRA DE LA CALLE, GUERRA DEL ALMA]

Cada una de mis mitades no podría existir sin la otra. ¿Se puede amar la intemperie sin odiar la jaula? ¿Vivir sin morir, nacer sin matar?
En mi pecho, plaza de toros, pelean la libertad y el miedo.










[foto: cosillas de la naturaleza. Enero 2010]

martes, 8 de diciembre de 2009

Rebobine...

Hay días en que me siento como si tuviera quince años de nuevo; rebelde, impulsiva, vibrante, pero con ganas de cerrar la puerta tras de mí con un portazo, tirarme en la cama con la música retumbando en las paredes de la habitación y gritar. Gritar mucho, tan solo silenciada por la almohada.

Afortunadamente, este sentiemiento suele ser pasajero y basta con hacerlo para que, igual que llegó, desaparezca.

Lo que no se pasa es la sensación de hacerte cada vez más y más pequeñita hasta ser casi invisible y correr el peligro de ser pisada por cualquiera.


... http://www.youtube.com/watch?v=dXO3OMGKPpw ...

jueves, 26 de noviembre de 2009

Y todavía se preguntan del porqué de la lucha.

A veces las piedras en el camino parece que se ponen en hilera, una tras otra, para que no puedas dejar de tropezar. Y no porque la lección no esté ya aprendida, sino porque es así, porque es necesario.



A veces parece que las malas rachas nunca acaban, que son eternas, que en realidad no son una racha. Pero también es así, también son necesarias.


Porque la vida es una lucha constante por superar todo eso. Por conseguir lo que anhelamos, aunque a veces parezca lejano e incluso imposible. Esa es la ilusión.


Todas luchamos por algo, por vivir, por sobrevivir, por amor, por libertad... y si no luchamos, no vivimos. Si no nos movemos con esa ilusión, es como si no respirásemos.

Y respirar no basta. Hay que estar viva, sentirse viva cada día y saber que hay algo por lo que hacerlo. Un algo que no hay que buscar muy lejos, simplemente escarbar un poquito en nosotras mismas. Rascas un poquito y ,voilá !ahí están! aparecen todos los motivos. Uno a uno, como las piedras con las que has tropezado. Porque lo que muchas no saben es que esas piedras se convierten en nosotras mismas, en nuestra inteligencia, en nuestra alegría, en nuestra simpatía, en nuestra belleza, en nuestro ser en definitiva.

jueves, 26 de febrero de 2009

No todos los atardeceres son iguales

Hoy me dí cuenta.

Veo el atardecer en Madrid, bajo esa capa grisácea que lo envuelve, pero a la que al fin y al cabo te acostumbras, no te queda otra.
Me quedo mirando ese sol anaranjado, intoxicado. Embobada. Y con una mezcla de sensaciones dentro que no me paralizan. No consigo reaccionar.
Los recuerdos se me amontonan y los pensamientos también

Hace un año, ese sol intoxicado,era el sol puro, tan solo nublado por el siroco del desierto. Recuerdo esos atardeceres cuando volvíamos del mercado o sentados en las rocas de Tifariti, o en cualquier lugar fuera de la jaima sentados sobre la arena sin más complicaciones.
La tranquilidad, la paz y el sosiego de estar en la nada.
De poder disfrutar de algo de lo que aquí ni nos fijamos. El cielo. El sol.
La puesta.

Ya ha pasado un año de todo aquello y parecía que el tiempo no iba a pasar. Añoro muchas cosas de aquellos días, pero sé mirar hacia delante y ser feliz porque al menos lo viví, porque sin esa experiencia no sería la que soy ahora.


Estoy segura de que volveré

Hasta entonces seguiré recordando los atardeceres ( y esas noches de estrellas y luna como no he visto nunca)